Cuando hablamos siempre tenemos muy en mente que no se nos escape lo que verdaderamente pensamos de la conversación en ciernes.
Claro está, eso de "quedar bien" que por otra parte es mentir y tratar de engañar a nuestro interlocutor ocupe el lugar que sea en nuestro rango afectivo nos lleva a la mezquindad del humano escudado por otra parte en la práctica habitual por dominar a tus semejantes.
Esto no se reconoce en la enseñanza y, dependiendo del niño, el indefenso y bobalicón puede caer en el pozo de la verdad como único reconocimiento social y esperar que todos tengan esa gallarda y recíproca sinceridad.
Pero no es así y quien afortunadamente es advertido e instruido para que aperciba que el Mundo es todo Mentira y hay que mentir para ganar se da cuenta de la rentabilidad de la práctica y por otra parte se siente superior despreciando al engañado. Claro, no deja de prodigarle alabanzas de todo tipo que convierte en beneficios materiales en cuanto pueda. Para ello airean todo tipo de sublimes bendiciones y alabanzas a su interlocutor cuando en su pensamiento están despreciando a ese estúpido manso.
Es la vida.
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